En esta conferencia  exploramos la profunda relación entre la vida y la muerte, y cómo estas aparentemente fuerzas opuestas se entrelazan para formar una unidad que refleja nuestra esencia divina.

Cambio y Evolución

Permanecer estancados es cortejar la muerte. El cambio, aunque a veces doloroso, es esencial para nuestra evolución. Este cambio no se trata solo de transformación externa, sino de una profunda metamorfosis interna que nos acerca a nuestro potencial divino.

La Unidad de la Dualidad

La dualidad de la vida y la muerte puede fusionarse en una unidad. Esta unidad nos permite ser caritativos y misericordiosos con nosotros mismos. Debemos enfrentarnos a nuestras sombras sin odio, reconociendo que incluso nuestras partes más oscuras son dignas de amor y comprensión.

El Compromiso con el Cambio

Solo al comprometernos completamente con el movimiento y el cambio, podemos confiar en la continuidad de nuestro verdadero ser. Este compromiso nos permite reflejar cada vez más nuestro potencial divino, perpetuando un ciclo de constante renovación y crecimiento.

La Vida en Todo

Es crucial entender que todo lo que existe es una manifestación de Dios y, por ende, eterno. El odio hacia uno mismo y la negación de nuestras sombras crean una distorsión que debemos superar. Aceptar y amar todas nuestras partes, incluso las más oscuras, es esencial para nuestra sanación y crecimiento.

La Danza de la Vida y la No-Vida

La vida y la no-vida se encuentran en una danza rítmica de creación y desintegración. La materia, aunque aparentemente inanimada, posee la semilla de la vida y, a través del proceso de desintegración y reintegración, refleja el movimiento de la vida misma. Este ciclo nos recuerda que incluso en la aparente muerte, hay vida. Clarificación y Unificación

La percepción escindida de la realidad crea sufrimiento. A medida que avanzamos en nuestro camino de vida, buscamos unificar estos conceptos divididos. Solo al comprometernos con la verdad divina, que es amor, podemos clarificar y unificar nuestras percepciones, eliminando así el sufrimiento.

Conclusión

La vida y la muerte no son opuestos, sino partes de un todo. Al abrazar tanto la luz como la oscuridad, y al comprometernos con el cambio y la verdad, podemos vivir en una unidad que refleja nuestra verdadera naturaleza divina. Este viaje de transformación nos lleva a una mayor comprensión y aceptación de nuestra existencia, permitiéndonos vivir con más amor y autenticidad.

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Olga Tanaka B

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